Cuando decidimos iniciar un régimen de alimentación con el objetivo de controlar el peso, modificar la composición corporal o tener un mejor estado de salud en general una de las principales excusas es: “como fuera de casa, no me da tiempo, es caro o no quiero matarme de hambre” pensamos así porque solemos guiarnos de experiencias negativas de otras personas, pero en realidad debe ser todo lo contrario porque un régimen de alimentación bien planificado debe ser variado, equilibrado y práctico, este último va a ser clave para el apego al plan de alimentación.
En primer lugar, un plan de alimentación que se adapte a nuestro estilo de vida y actividades diarias simplifica todo, porque con ello lo que hacemos es establecer un hábito que nos permitirá controlar nuestra alimentación en vacaciones, fines de semana e incluso siempre sin sentir que vivimos a dieta.
Tener claros nuestros objetivos, establecer metas progresivas y alcanzables nos ayudan a mantenernos motivados. Cuando no sabemos cuál es nuestra meta a largo plazo o si sólo queremos bajar para un evento, puede ser que hagamos algo riguroso hasta el día del evento y posteriormente regresar a los mismos hábitos, lo ideal es mantener esos hábitos a largo plazo hasta que se vuelvan elecciones que hacemos de forma inconsciente y lo normalicemos, así vivir en dieta no volverá a ser una tortura.
Cuando trabajamos hacer una dieta puede ser complicado, lo ideal es planificar el fin de semana las compras y de ser posible la comida de la semana, así ahorramos tiempo y evitamos los famosos “gastos hormiga”. Cuando llevamos la comida al trabajo evitamos comprar lo primero que se nos atraviese en nuestro camino ya que no siempre es la elección más saludable; si no contamos con comedor en el trabajo o si llevar la comida no es una opción, el nutriólogo nos ayudará a establecer el mejor plan de alimentación para comer fuera de casa e incluso establecer acuerdos de cómo desayunar y cenar en casa, qué elegir fuera de casa.
Es muy importante siempre apegarnos a las porciones establecidas en el plan de alimentación, ya que andar picando comida chatarra, dulces, chocolates o galletas es un mal hábito que no contamos “porque es poquito”.
Si la ansiedad por ciertos alimentos o bebidas es común, debemos encontrar la forma de suplirlos por algún alimento de mejor calidad y que nos aporte los nutrientes necesarios. Cubrir los antojos al momento en cantidades pequeñas evitara los atracones de comida a largo plazo ya que estos suelen afectar nuestra dieta.
Durante nuestra asesoría nutricional es muy importante ser sincero en cuanto a qué, cómo y en qué cantidad comemos, pues el nutriólogo de inicio se basa en la alimentación que tenemos para hacer los ajustes o modificaciones sin hacernos sufrir y lograr los objetivos.
Estar a dieta no tiene que ser una tortura, consultemos a un profesional de la salud esto evitará dietas estrictas, rebote, uso de medicamentos o dietas milagro.
Un plan de alimentación siempre debe ser personalizado y tomar en cuenta nuestros hábitos, gustos y necesidades para evitar descompensaciones.